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“Cuídate, porque vas a jugar la final de vuelta”: Luis Pérez relata los detalles del momento en que Mirko Jozic le comunicó que sería titular contra Olimpia en el Monumental

Si bien disputó apenas tres partidos en la Copa Libertadores 1991 (contra Liga Deportiva Universitaria en Quito, Contra Nacional en Santiago y frente a Olimpia en la capital chilena), sus dos goles en la final elevaron a Luis Pérez a la categoría de héroe colocolino. Uno impensado pues los delanteros titulares eran otros, pero héroe finalmente.

“Ante las ausencias, siempre aparecía alguien. Y estaba para mantener o incluso para aportar algo distinto (…) en la final no estuvo Ricardo (Dabrowski), no estaba Raúl (Ormeño), se lesionó el Coca (durante la final), estaba fuera el Pato (Patricio Yáñez), estaba suspendido Rubén Martínez (expulsado en la final de ida). Entonces tú dices ¿Chuta, qué vas a hacer?”, evoca Jaime Pizarro.

“Lucho Pérez en ese momento era un jugador excepcional en cuanto a calidad futbolística. Y lo demostró con dos golazos. Pero que iba a hacer dos goles de tanta importancia, nunca a nadie se le pasó por la cabeza, en absoluto, que iba a tener esa frialdad, esa capacidad de resolver. A nadie”, describe Rubén Espinoza, quien además había sido compañero de Pérez en Universidad Católica.

“El enano no venía jugando. Y lógico, pero ‘sigue metiéndole’. Y él seguía, exactamente igual. En la población donde él sale de allá de Pudahuel, de General Bonilla, le decían Pelé ¡Qué va a ser Pelé, le falta mucho! Pero es muy bueno el enano. Y resulta el caso de que llega la final y le toca jugar”, añade Eduardo Vilches.

Previo al partido ante Olimpia en Santiago, Luis Pérez declaró a los medios de la época que iba a “tratar de hacer lo mejor posible las cosas. Sé que el equipo está muy concentrado, en su mejor nivel y espero adaptarme lo más rápido. Sé que puedo rendir y podemos dar una satisfacción a Chile”.

Y después de conseguir el título, respondió a la transmisión oficial TVN-Canal 13: «Una emoción muy grande. Me tocó esta posibilidad, Dios me la dio. La aproveché al máximo, siempre teniendo en mente a mi familia».

La emoción de Pérez tenía un motivo: semanas antes había fallecido su abuelita. “Había sido un golpe duro”, recuerda a 30 años de su legendario doblete.

Luis Pérez en acción ante Olimpia el 5 de junio de 1991. Foto: Archivo Copesa.

 “Que me cuide”

Apenas finalizado el partido de ida en Asunción, el técnico Mirko Jozic le comunicó a Pérez que iba a ser titular en la vuelta. A pocos minutos de finalizar aquel pleito, había sido expulsado Rubén Martínez. “Mirko, a pesar que hablaba poco, era un tipo muy serio, muy parco y que poco a poco se fue impregnando de nuestra idiosincrasia, de la broma, de la talla, de ser más social en ese sentido… él era de hablar muy poco, de hacer muy pocos cambios también en el equipo, y era raro que hiciera un cambio… a mí me sorprendió y a la vez fue un espaldarazo tremendo”, cuenta Pérez.

“El tema es que Mirko, una vez que pasan unos minutos y nos vamos al bus para viajar de vuelta, se me acerca, me lleva hacia un costado y me ratifica inmediatamente en el equipo. Inmediatamente. O sea, me dice que esté tranquilo, que me cuide… ni siquiera me dice ‘prepárate’, sino que me dice ‘cuídate, porque vas a jugar la final de vuelta’. Eso ya fue muy significativo porque Mirko no era muy de darle la titularidad absoluta a nadie. Menos hablando. Comentándolo. Pero yo sentía que él confiaba en lo que yo podía hacer. Entonces, me lo dijo con tal convicción que me ayudó muchísimo a esperar los días previos al partido”, añade.

“Claro, lo único que me dice es ‘cuídate’. Ni si quiera me dice ‘prepárate’, porque con eso me hizo ver que tenía las condiciones y cualidades para poder jugar. Tenía los méritos para poder hacerlo y que confiaba en mí en el fondo. Que lo único que tenía que hacer era cuidarme de no lesionarme, de no enfermarme a última hora para no crear un mayor problema en el equipo”, complementa.

Tras esa conversación con Jozic, “lucho nos comenta, no solo a mí, sino a muchos compañeros que se sentía con una tranquilidad increíble”, cuenta Rubén Martínez. “Él sentía las confianzas, que estaba al cien… quizás para otro jugador que iba a entrar en una instancia tan importante y tan relevante podía haber sido un peso, podía haber sido una carga. Pero no fue así: se sintió respaldado por el cuerpo técnico, por los compañeros, por nosotros que en un momento determinado estábamos fuera. Estaba para grandes cosas”, añade Martínez.

“Si había un potencial que tenía este equipo era eso, de que los jugadores que entraban rendían”, resalta el trigoleador del fútbol nacional.

Y llegó el 5 de junio de 1991, cuando Pérez arrancó en el once colocolino. En la previa, lo vivió así: “Siempre tuve la idea fija que quería aportar al equipo y que ganáramos. Esa era la máxima del plantel, de ganar la Copa Libertadores, independiente de quien hiciera los goles”, rememora.

“Ahora, claro, en la semana mucha gente, los más cercanos a uno, se las dieron de adivino y me anticiparon que iba a jugar bien, que iba a hacer goles y que íbamos a ganar la Copa… típico lo de las familia, de los hinchas que tienen fe y que te quieren apoyar en ese sentido. Y a muchos que me lo vaticinaron, les resultó y me echaron en cara muchas veces, pero en buena forma”, relata Pérez, quien se propuso cambiar la historia de finales internacionales perdidas por los equipos chilenos.

«Haciendo memoria de chico, de ver la final de Colo Colo 73 que mencionaban que le robaron la final de la Libertadores, el 80 ver las dos finales de Cobreloa, también la Unión Española (1975). Yo me fui más a esas decepciones que yo las viví como niño que le gustaba el fútbol o esas tristezas de no poder conseguir en lo deportivo un logro, un trofeo. Yo orienté mi mente a eso, al hincha que le gusta el fútbol, que pudiera tener de una vez por todas algo de que sentirse orgulloso, sobre todo en el equipo más importante, más popular de Chile, y acabar con todas esas frustraciones deportivas que habíamos tenido a nivel de selecciones, a nivel de equipo. Mi pensamiento fue para ese lado», resalta.

«Él sentía las confianzas, que estaba al cien… quizás para otro jugador que iba a entrar en una instancia tan importante y tan relevante podía haber sido un peso, podía haber sido una carga. Pero no fue así: se sintió respaldado» (Rubén Martínez, jugador por el cual ingresó Luis Pérez ante Olimpia en Santiago).

Héroe en el Centenario

Ciertamente, la del 5 de junio de 1991 es la mayor hazaña copera de Luis Pérez. Sin embargo, años antes ya había protagonizado un hecho recordado entre los fanáticos del fútbol: anotó el 1-0 de Magallanes sobre Bellavista en el Estadio Centenario de Montevideo, por la Copa Libertadores de 1985.

“A mí me tocó mi primera experiencia copera con Magallanes. En el último minuto, jugando con Bellavista en Uruguay me hacen un penal clarísimo, un metro más adentro del área y que el árbitro cobra la falta y la saca del área y cobra tiro libre. O sea… y una cuestión que los que estaban comentando el partido se sorprendieron”, cuenta Pérez.

“Afortunadamente igual terminamos haciendo el gol de tiro libre en el último minuto y ganamos… que fue histórico en Magallanes: primera vez que participaba en Copa Libertadores y ganaba en el extranjero. Y casualmente el gol lo hice yo de tiro libre”, revive.

Pérez había debutado en 1983 con la camiseta albiceleste, y en la incursión copera con el Manojito de Claveles tuvo compañeros notables como Eduardo Vilches, Adolfo Nef, Claudio “Fino” Toro, Rodrigo Santander, Ivo Basay y el brasileño Benedicto Pereira.

El único que se repitió la final

De todos los jugadores de Colo Colo que ganaron la Copa Libertadores de 1991, el único que volvió a jugar otra final copera fue, precisamente, Luis Pérez. Es decir, fue el único jugador que disputó las dos últimas finales coperas que tiene el fútbol chileno hasta la fecha.

En 1993, Universidad Católica llegó a la final de la Copa Libertadores  y se topó con el poderoso Sao Paulo de Telé Santana. En la ida, el 19 de mayo de 1993, los brasileños se impusieron con un contundente 5-1 que no pudieron revertir los cruzados en el partido de vuelta.

El 26 de mayo de 1993, Universidad Católica recibió a Sao Paulo en el Estadio Nacional y generó algunas esperanzas a sus hinchas con los tempraneros goles de Ricardo Lunari a los 9’ y de Juan Carlos Almada a los 15’.

Luis Pérez fue titular en ambos compromisos, con la camiseta 7. En la vuelta, inició la jugada que derivó en el penal contra Rodrigo Barrera que convirtió Lunari. Y más tarde, a los 40’, tuvo una clara opción para anotar el 3-0 en el primer tiempo, en una acción  muy parecida a su primer gol contra Olimpia en 1991: pared con Lunari, control de Pérez y un disparo levemente desviado ante la salida de Zetti.