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Manifiesto de Patricio Yáñez: “Obvio que me hubiera gustado estar en la final, pero ¿sentirme frustrado? No”

Mis inicios no tienen relación con el fútbol. Mis inicios tienen relación con el atleta, con un velocista. Eso era lo que me apasionaba. Compartía con el fútbol, sí. Pero lo mío era el atletismo. Yo competía en torneos de clubes a nivel nacional, Quinta Región, Santiago básicamente. Y eso era lo mío. Lo mío era eso. A mí me encantaba. Paralelamente jugaba fútbol, pero el atletismo me llenaba mucho también.

Venía de Universidad de Chile. Mirko Jozic había tenido un cierto seguimiento en los últimos partidos. Entiendo que Mirko le preguntó a Raúl Ormeño y a Lizardo Garrido si me veían en este Colo Colo, si podía meterme en la idea de esfuerzo, sacrificio, de renovarme en términos futbolísticos. Era una apuesta para sacarme el óxido y ser parte importante en Colo Colo que se proyectaba con mucha fuerza y con mucho vigor, diría yo, para intentar ganar la Copa Libertadores de América.

Saliendo de Universidad de Chile, llegué para el segundo ciclo de Colo Colo en La Leonera. Por términos económicos, había bloques de trabajo en una semana. Yo me integré y me di cuenta que el trabajo que venía era duro, pero siempre con el objetivo. No es que fuera este ‘castigo’, ‘este trabajo’, ‘te exijo porque yo funcionó así’, sino que ‘todo lo que ganemos en ese momento nos va a servir para estar en lo más alto’.

“Entiendo que Mirko le preguntó a Raúl Ormeño y a Lizardo Garrido si me veían en este Colo Colo”.

Dejamos de lado las grandes distancias por los circuitos de potencia, fuimos aumentando la velocidad y disminuyendo los metros. Fue algo revolucionario, creo yo. Teníamos un cerro que era tremendo, que era una cuestión en La Leonera que te moríai. Y en eso fue fundamental la motivación que nos entregaba Marcelo Oyarzún, y el tener chicos superdotados. Es decir, el Coca Mendoza, Javier Margas, Miguel Ramírez eran chicos de verdad superdotados que, para los que ya teníamos cierta edad, de verdad era una motivación. Antes, cuando tú eras joven y estabas trabajando más que el promedio, te decían ‘hey, para, para’. Y uno paraba. En cambio, estos te decían ‘vamos que ustedes pueden también, que llevan años en el fútbol’. Entonces, eso fue como clave en la motivación. Y verlos con la alegría… trabajábamos la parte física, la más intensa, con una alegría y una concentración, pero básicamente con la alegría de saber que en ese momento estábamos cargando los tanques de combustible hasta el máximo para llegar a la final. En definitiva, era eso. Ese era el pensamiento.

Para mí fue muy cómodo integrarme en Colo Colo porque estaba Lizardo Garrido y Raúl Ormeño, a quienes conocía pues habíamos estado a nivel de selección. Yo conocí al plantel unos años antes en Portugal, cuando Colo Colo fue a jugar unos partidos, así es que más o menos los conocía. Sabía. Y ellos me integraron de manera rápida. Ellos fueron fundamentales. Me acuerdo que me subí al bus y empezaron las bromas camino a La Leonera. Al tiro. De manera inmediata. Y ahí se empezaron a sumar otros, los fui conociendo. En fin, tuve una adaptación muy rápida. Además, mi personalidad era muy extrovertida, de hacer lote, de la broma. Me gané hasta apodos con esa forma de ser. Hicimos un lindo grupo. En verdad, si a uno le preguntan las claves o ‘dame tres puntos para conseguir el objetivo’, yo te diría que la amistad. Ojo, que no era una amistad para ir a comerse un sandwich o para ir a tomarse una cerveza. Era una amistad en la pega, y eso es más difícil de conseguir.

“Antes, cuando tú eras joven y estabas trabajando más que el promedio, te decían ‘hey, para, para’. Y uno paraba. En cambio, estos te decían ‘vamos que ustedes pueden’”

Obvio que me hubiera gustado estar en la final, pero ¿sentirme frustrado? no, porque hubo diferentes partidos, diferentes responsabilidades para llegar a la final, y hubo ausencias que fueron importantes a como partió Colo Colo y como terminó la final contra Olimpia. El Coca se lesionó, Rubén Martínez no pudo jugar porque lo habían expulsado, yo estaba expulsado y más encima lesionado… entonces, cuando tú ves que los que ingresan tienen la misma respuesta, no sientes frustración porque es todo un grupo. No es una cuestión de que ‘yo fui protagonista’. No poh: Fuimos. Fuimos protagonistas, aunque hubo puntos altos, pero todos fuimos protagonistas. Inclusive aquellos que no jugaron. Inclusive aquellos que entraban en el segundo tiempo. ¿Me perdí la final? Sí ¿Me hubiera gustado estar? De acuerdo. Pero nunca sentí la frustración porque conseguimos la Copa.

La mayoría de nosotros estudiamos en escuelas con número. Cómo me voy a olvidar de la Escuela 51 de Quilpué, en Las Rosas. El colegio y los profesores eran un apéndice de la casa. Te enseñaban también comportamiento, valores, a ser íntegros. No solo a sumar y a restar. No sólo te enseñaban historia, geografía. Entonces, esa educación yo creo que todos la tuvimos.

Con el Coca Mendoza fue muy fácil trabajar. Él era un hombre directo, rápido, tenía una visión periférica muy clara de lo que el equipo necesitaba en su momento. Con el Coca logramos un entendimiento por el sector derecho. Nosotros nos mirábamos con Gabriel y yo sabía cómo él venía: si venía con marca, si venía solo, si venía suelto, si venía sin marca, o me abría si él marcaba una diagonal, o yo me cerraba para darle la pasada. Es decir, hubo un complemento que se dio de manera natural. Lo conversamos en algún momento, pero se dio de manera natural. Era fácil jugar, era directo, me entendía a mí como yo jugaba en este equipo. Yo no era de amagar, no era de enganchar, no era de esperar, era de buscar duelos. Y el Coca también era de buscar duelos. Es decir, nuestra pega, nuestra misión, era ser especialistas en los duelos. Esa era la idea.

Vi los últimos minutos contra Olimpia con Hernán Romero, el utilero. Y lo vi en el vestuario. Es decir, lo escuchamos en el vestuario porque en ese momento, cosa increíble, no tuve donde ubicarme en el Estadio Monumental. No teníamos un asiento. Estaba lleno. Sí me fui a comentar a una caseta, con dos emblemáticos colocolinos: con Carlos Humberto Caszely y con Vladimiro Mimica. Con ellos estuve apuntando un par de cuestiones, pero ahí vi el partido. Entonces, ya cuando quedaban 10 o 15 minutos, dije ‘me voy al vestuario, me voy al camarín’. Y ahí escuché los últimos minutos. Y ahí le digo a Nano ‘¿qué vas a hacer tú? ¿vas a ir a la celebración? Porque yo voy a tratar de sacar el auto’. Y de repente me dicen ‘te están llamando, hay que recibir la medalla’. Y yo me estaba yendo. Por eso aparezco al final. Y ahí salí a recibir la medalla. De hecho, en la celebración no tengo ninguna foto con la Copa en mis manos. No tengo ninguna. No sé si hay alguna, pero yo creo que no. Increíble, porque acompañando a los que estábamos ahí, estábamos todos, los que no habían jugado…  dejamos que el protagonismo lo llevaran los que estaban en la cancha, en definitiva.

“¿Me perdí la final? Sí ¿Me hubiera gustado estar? De acuerdo. Pero nunca sentí la frustración, porque conseguimos la Copa”.

Dimos la vuelta olímpica y después nos costó mucho llegar al lugar donde había una cena. Costó mucho. Había mucha gente. Hubo algunos destrozos, barricadas, con el afán de celebrar. Llegamos muy tarde a cenar.

Me conmueve mucho cuando tengo que hablar de un Chano Garrido o de un Raúl Ormeño, gallos identificados con la camiseta. Identificados desde que eran chicos. Identificados poh. No me voy a olvidar nunca en la final con Estrella Roja ese año cuando me habían pegado una sarta de patadas y Raúl Ormeño encaró al gallo que me había pegado: ‘oye, hazte el choro conmigo’. Imagínate, no entendía nada. Y le fue a dar. ‘Párala poh’. Entonces, esa cuestión de sentir la camiseta… uno era más nuevo, la mayoría se había formado ahí. Eso también contribuye a que obtengas el éxito. Entras a un vestuario y te alineai o cerrai la puerta por fuera sin que te lo digan. Está ahí, en los valores. Por eso hasta el día de hoy nos juntamos, nos vemos, nos escribimos. Y aunque sea el más ausente en todas las comunicaciones, nos vemos, nos abrazamos y caen un par de lágrimas. Caen un par de lágrimas porque va a ser algo eterno poh. Un Colo Colo eterno.